Suele hablarse de alimentos antioxidantes, aunque ciertas bebidas poseen también este tipo de propiedades y son ideales para lograr una dieta sana y equilibrada.
El té, por ejemplo, es la bebida antioxidante por excelencia. Su acción contra los radicales libres (responsables de la oxidación del cuerpo humano) es más potente que la de cualquier otro alimento, y es más fuerte en las variedades de té verde y blanco. Es ideal para activar el cuerpo y eliminar toxinas, así como una gran fuente de energía. De hecho, el té verde es una de las bebidas que más beneficios aportan a nuestra salud: gracias a su variada composición química, posee interesantes efectos terapéuticos, entre ellos el de contrarrestar la aparición y desarrollo de diferentes tipos de cáncer. Asimismo, ayuda a frenar el envejecimiento y el avance de algunas enfermedades degenerativas. Los jugos también son excelentes antioxidantes, siempre y cuando sean naturales, ya que de ese modo se pueden aprovechar todos los beneficios que aportan sus vitaminas, minerales, nutrientes y antioxidantes que se encuentran en las frutas y verduras con las que podemos hacerlos. ¿Un consejo para reforzar el efecto en los clásicos jugos de cítricos, como la limonada o el jugo de naranja? ¡Incluye su cáscara, que contiene un alto porcentaje de los nutrientes totales de estas frutas, en la preparación! Ya sea en forma de ralladura fina, o, si tienes un batidor eléctrico, echando algunos gajos de cáscara en la preparación hasta que se disuelva completamente.